lunes, 23 de mayo de 2011

La Calle de la Ropa

Página 12, Domingo, 3 de febrero de 2008
Entre los barrios porteños de Flores y Floresta, a lo largo de casi 13 cuadras de la avenida Avellaneda se encuentra el que es hoy uno de los centros mayoristas de indumentaria más grandes e importantes del país. Cuando la crisis pasaba por el momento más profundo en 2002, uno de los pocos sectores que mostraba ciertas mejorías eran las zonas comerciales. La cadena de valor de la industria textil y de la indumentaria, con un tipo de cambio alto y relativa estabilidad macroeconómica, inició rápidamente un proceso de sustitución de importaciones, convirtiéndose en una de las primeras ramas industriales en mostrar signos positivos.
Los límites desde la avenida Nazca hasta la plaza Vélez Sarsfield, por el eje central de Avellaneda con varias arterias activas en las calles paralelas y adyacentes, es una especie de Little Once, concentrado y especializado. Sobre Avellaneda se encuentran los locales dedicados a la venta de indumentaria. Sólo a lo largo de las cinco cuadras principales el eje comercial tiene 305 locales más que el Shopping Abasto o el Alto Palermo, que alojan a menos de 250 marcas cada uno. La antigua configuración del barrio ha desaparecido para convertirse en un destacado polo comercial e industrial, donde el 80 por ciento de los locales son a su vez fabricantes, que reciben diariamente miles de clientes que llegan desde todo el país en “tours comerciales”. Tentados por importantes ofertas para construir locales, muchos vecinos han vendido sus casas que ahora son locales, talleres o depósitos. Las últimas operaciones han superado el millón de dólares.

La colectividad judía, fundadora del centro, ha sido desplazada en parte por la crisis y por la presencia cada vez más fuerte y establecida de la comunidad coreana. Entre el 2003 y el 2005 la tasa de ocupación del eje comercial Avellaneda pasó del 88,6 al 98,3 por ciento, convirtiéndose en una de las zonas más dinámicas de las que releva el Centro de Estudios para el Desarrollo Económico Metropolitano (Cedem). En febrero de 2003 la ocupación estaba por debajo del 90 por ciento, y sólo cuatro meses después había crecido más de siete puntos. En los últimos dos años esta tasa, que representa la cantidad de locales ocupados sólo sobre la avenida, se estabilizó en el elevado nivel del 97 por ciento.
El relevamiento realizado por el Cedem y el que hace la Fundación Estado, Trabajo y Producción no abarca la totalidad del eje, sino que se concentra en las principales seis cuadras de la zona. Caminando por el barrio no es extraño cruzarse con casas que están siendo demolidas para construir nuevos locales, fuera del sector más importante. La opinión de las inmobiliarias sobre el horizonte de expansión de Avellaneda es variada. Mientras que algunos esperan, y apuestan, a que se extienda hasta Segurola, en Floresta otros como Fabián Spampinato, titular de Alfi’e, señala que “es difícil que siga creciendo por Avellaneda, la gente no camina tanto, lo que sí está sucediendo es el desarrollo de las arterias”.
El eje nació en los años ’70 con cinco negocios mayoristas de blanquería y en los ’80 se conformaron lo que son las cuatro cuadras centrales, de Nazca hasta Cuenca. “Para esa época tuvo lugar la irrupción de las laterales, las que cortan y las paralelas, pero muy poquito, no llegaba a una cuadra. Ya en 1995 otro boom hizo que se llegara hasta Concordia y se completó la primera cuadra lateral y empezó a poblarse la segunda, que para fines de los ’90 estarían totalmente ocupadas. Lo mismo sucedió con las paralelas para ambos lados, primero fueron Bogotá y Aranguren y en estos últimos años la segunda paralela se vendió toda, y se extendió hasta la plaza Vélez Sarsfield”, señaló a Cash Rubén Helouani, contador y ex presidente de la Cámara Empresaria de Avenida Avellaneda y Adyacencias. En las calles que rodean la avenida se ubican los talleristas, las blanquerías y mercerías, así como los locales de venta de telas por mayor, que son en su mayoría proveedores de los fabricantes.
En 1980 había sólo 10 locales instalados, hoy en las cinco cuadras centrales hay más de 300. “A partir de los ’80 esto comenzó a crecer, y llegó a su punto máximo con la hiperinflación del ’89. Después tuvo sus altibajos en la década del ’90, pero siempre con un ritmo expansivo. Ni la crisis de 2001 pudo detener el auge que, después de un breve bajón, comenzó a repuntar como nunca antes, y ahora es el mejor momento de la zona”, explicó a este suplemento Spampinato.

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