lunes, 23 de mayo de 2011

La calle Avellaneda desplaza a Once como polo textil porteño

La Nación, Lunes 04 de enero de 2010
En menos de una década, el polo textil de la avenida Avellaneda cambió de nombre. Hasta hace unos años, la zona era conocida entre los empresarios y comerciantes del rubro como "5 y medio" porque era la mitad del barrio de Once. Ahora le dicen 22. "Por superficie, cantidad de comercios y ventas, ya somos el doble de Once", se jacta Rubén Helouani, un empresario de la zona que durante años presidió la Cámara Empresaria de Avenida Avellaneda y Adyacencias.
Justo en el límite entre los barrios de Flores y Floresta, hoy la zona reúne a más de 1600 comercios de fabricación y venta de ropa -para tener un punto de comparación hay que tener en cuenta que el shopping Unicenter tiene 300 locales- y los precios de alquiler y venta de los locales ya compiten de igual a igual con las arterias comerciales más importantes de la ciudad, como la calle Florida y la avenida Santa Fe.
Inicialmente, el polo se extendía a lo largo de tres cuadras de la avenida Avellaneda entre Nazca y Cuenca, pero a medida que la zona se popularizó los comercios fueron avanzando por Avellaneda hasta la plaza Vélez Sarsfield y también sobre las calles paralelas, como Aranguren, Morón, Bacacay y Bogotá, y perpendiculares, como Concordia, Campana y Lamarca.
Los comerciantes más antiguos del barrio explican que la zona comenzó a crecer comercialmente a fines de los 70, pero destacan que la mayor explosión se dio en los últimos cuatro años, lo que coincidió con la llegada de una nueva ola de inversiones y la apertura de talleres y comercios, liderada por empresarios de las colectividades coreana y boliviana.
"En los últimos años, la zona vivió un crecimiento espectacular. Se fueron vendiendo la mayoría de las casas y los PH del barrio para reconvertirlos en talleres y en negocios, y se multiplicaron las galerías y los paseos de compra. Esta transformación fue liderada primero por los coreanos y en el último tiempo por los bolivianos, lo que habla a las claras de la movilidad social que sigue teniendo la industria textil. La mayoría de los bolivianos comenzaron trabajando en pequeños talleres, y se fueron independizando y montando su propias marcas", explica Pedro Bergaglio, dueño de la fábrica de suéteres Tricofix y presidente de la Fundación Pro Tejer.
El crecimiento de la zona se dio básicamente de la mano de los locales de ropa, aunque en los últimos años también se sumaron nuevas propuestas. "Junto con los talleres y locales de ropa, fueron apareciendo negocios de mayoristas de telas y de proveedores de avíos [hebillas, etiquetas, botones, etcétera] para los casas de ropa. También hay un efecto secundario en calles cercanas, donde se multiplicaron los depósitos para los negocios más grandes", explicó Helouani.
La integración vertical, a su vez, también juega un papel clave en el éxito comercial del polo. "Una de las razones del éxito de los negocios de Avellaneda es que operan just in time, lo que les permite trabajar con stocks muy bajos y reaccionar rápido ante la demanda de un producto. Un día a la mañana compran tela y en 48 horas ya tienen el producto en la calle", señaló Bergaglio.
Como si se tratara de una isla, la crisis no llegó a la zona. El mayor polo textil mantuvo su ritmo de crecimiento y los operadores inmobiliarios aseguran que la demanda de los locales se mantuvo en alza durante todo el año, aun cuando en otros puntos de la ciudad se multiplicaban los negocios con el cartel "en alquiler".
"Acá no hubo ninguna crisis. En las renegociaciones de los contratos, no hubo bajas de precios y la tasa de ocupación sigue siendo del ciento por ciento. Prácticamente, no hay renovación de inquilinos porque nadie se va y, cuando se produce un hueco, tenemos lista de espera de comerciantes que buscan alquilar", explicó Juan Pablo Marrocchi, socio de la inmobiliaria Nexo Propiedades.

Precios medios y bajos
Los precios de la zona también dan cuenta de la fortaleza de la demanda: por pequeños, pero bien ubicados locales sobre la avenida Avellaneda se está pidiendo más de un millón de dólares.
En el caso de los alquileres, las cifras en juego también son propias de los barrios más cotizados de la ciudad y los dueños de los comercios están pidiendo valores de llave para alquilar un local que no bajan de 120.000 o 150.000 dólares.
El polo textil igualmente no es apto para cualquier marca y está muy focalizado en el segmento de precios medios y bajos. "Las grandes marcas nunca pudieron entrar, porque acá la gente no viene a buscar un vaquero de $ 100 y no quiere pagar más de 30 o 40 pesos por una prenda", explica Marcelo Listingart, dueño de la inmobiliaria Marcelo Propiedades.
El camino inverso, sin embargo, ya lo emprendieron algunas marcas, como Scombro Jeans, que se hizo fuerte en Avellaneda y hoy está presente con locales propios en Unicenter, Palermo Soho y la avenida Cabildo, en Belgrano. En voz baja, los comerciantes de zonas mucho más distinguidas como San Isidro reconocen que sus boutiques se abastecen de prendas made in Avellaneda y las venden a precios que multiplican por tres o por cuatro a los que se consiguen en Floresta.
Claves para comprar

  • Lo que ves es lo que hay. En la mayoría de los casos, no es necesario entrar en un comercio, porque lo mejor está exhibido en las vidrieras.

  • Cash is king. El efectivo es el rey y son contados los locales que aceptan tarjetas de débito o de crédito.

  • El nivel de falsificación es bajo, aunque, sí, proliferan las imitaciones y los productos inspirados en marcas famosas, como All Sport, Quickhash o Vitamina.

  • El día de los minoristas es el sábado y, durante la semana, muchos locales sólo venden al por mayor (partiendo de cuatro o cinco prendas).

  • Niños y mujeres primero. La propuesta de la zona es muy variada (hasta hay locales especializados en gorras), aunque la ropa para chicas y la indumentaria femenina lideran, por lejos, la oferta.

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